domingo, 17 de febrero de 2013

Brasil 2O13


Hola qué tal, queridos seguidores, lectores fantasmas y no fantasmas. Les cuento con alegría que he vuelto a las andadas después de mis hermosas vacaciones (de las cuales volví hace más o menos dos semanas). Esta entrada es para contarles un poquito dónde estuve y qué hice. Desde el vamos, me fue imposible escribir, no estuve en contacto con ninguna PC, pero muy esporádicamente le sacaba el celular a mi mamá para chusmear el twitter y contar las cosas que me iban pasando, no siendo así, explicando con detalles.
Estuve una semana en Maragogi, una ciudad en el estado de Alagoas, al noreste de Brasil. El lugar, HERMOSO, pero llegar, fue un suplicio; desde Ezeiza, escala en San Pablo (vuelo de dos horas y pico), de San Pablo a Maceió (vuelo de más de tres horas) y del aeropuerto de Maceió hasta el hotel, casi 4 horas de micro. Y paso a contarles esto porque, yo soy de sacar muchísimas fotos, pero en esta ocasión no fue así. Todo aquel que tiene cámara (y sabe mínimamente algo de ella) tiene idea que el salitre, el agua y la arena son de las peores cosas que le pueden pasar. Y, como básicamente, hice todos los días lo mismo (es decir, no hice excursiones como en otras ocasiones), saqué la cámara el último día, y decidí resumir lo que hice 7 días en menos de 6O fotos (además de las fotos aéreas y las fotos de adentro del avión que suelo sacar siempre).
Los primeros días fue un poco difícil acostumbrarse. Las comidas eran raras, el calor era agobiante y el agua de mar era caliente. CALIENTE. Onda, como si fueras a abrir la canilla de la ducha, y la de la pileta igual. Cosa que si querías aliviar el calor mojándote, la única forma posible era metiéndote en la ducha. Ni les cuento cómo pegaba el sol (tendrían que haberme visto mientras me pelaba). Las primeras noches también fueron largas, y aburridas. Por empezar, oscurece a las 6 de la tarde. A esa hora ya es de noche, como si fueran las 1O acá. La cena era temprano, después venía el show y después… ¿Y después? Ese era el tema. Con mi hermano íbamos a “la disco” a ver si encontrábamos alguien con quien hablar, tomar algo, charlar… Como solemos hacer cuando viajamos; conocer extranjeros, otras lenguas, otras expresiones, otro todo (como aquella vez en Punta Cana, cuando conocimos canadienses, o en Cuba, con el equipo checo de hockey sobre hielo), sin contar a los argentinos que también nos hemos cruzado; en la habitación de al lado, había una familia cuyas hijas (mellizas de 4 añitos) se encariñaron mucho conmigo.
Precisamente el miércoles fue cuando hicimos cosas diferentes, y la “rutina” cambió. Nos levantamos a las 8 y fuimos a una excursión donde te metés 6 km mar adentro, y el agua te llega al pecho; alquilamos equipos de snorkel y “buceamos”, lo digo así porque no alquilamos el tanque de oxígeno, fue así, a lo guapo; aguantar el aire y si sabés usar el snorkel para respirar, genial, sino (como a mi me pasó), aguantate. Lo lindo es que pude llegar a dos metros de profundidad (agradezco a mi gran capacidad pulmonar), ver el piso del mar y los peces bien de cerca. Al que tenga la posibilidad de hacerlo (sea en donde fuere) que no pierda la oportunidad, ni siquiera por miedo, es algo hermoso. Después de eso, y de volver al hotel, pasar un día de playa y después del show, fuimos con mi hermano al boliche. Ni baile, ni nada. La gracia de juntarse en ese boliche (como lo hicimos hasta la última noche) era hablar, conocernos entre nosotros. Chicos de Brasil, de Argentina y de Chile. Copa va, copa viene, pero era para pasar el rato, no para emborracharse ni nada por el estilo (salvo uno de esos tantos chicos, que la última noche que estuvimos nosotros en Brasil, terminó del orto). Otra excepción de la última noche, fue el ‘intercambio cultural’; las chicas brasileras nos enseñaron a bailar como se baila ahí, y lo propio hicieron los chilenos.
En fin, no sé, a nadie le interesa esto, pero quería dar algunos detalles acerca de mis hermosas vacaciones, acompañadas por las tan pocas fotos que saqué. Nos leemos en otra ocasión.

Buceo en las piscinas naturales
Bello mar, bello.
ABC: Argentina, Brasil, Chile.

Vista aérea de la ciudad de San Pablo. Sé que salió un poco movida, cuesta sacar fotos en un avión turbulento, pero amo estas vistas. Amo ver ciudades desde lo alto.

1 comentario:

  1. Se nota que el viaje debe haber sido hermoso, y también se nota que Brasil tiene climas muy diversos como Argentina. Yo que fui al sur te puedo decir que ahí el agua es fresca(no fría fría, pero no es caliente) y no hace un calor agobiante, te ponés una remera manga corta y estás perfecto. Y bueno nada, me re colgué con esto, jajaja. Me alegra que lo hayas pasado lindo, me gustó tu entrada :)

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