domingo, 12 de julio de 2015

Hasta cuándo...

Me gustaría saber…
Desearía saber... Hasta cuándo.
¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo vamos a tener que tolerar ciertas cosas? ¿Hasta cuándo vamos a tener que aguantar esas cosas con la cabeza gacha? ¿Hasta cuándo vamos a aceptar que hagan lo que quieran de nosotros? ¿Hasta cuándo hay que soportar esto? ¿Hasta cuándo?
Todos sabemos que hay un cierto orden, todos sabemos que hay prioridades, todos estamos al tanto que hay algunas cosas más caras que otras, y mal que mal, todos cuidamos nuestras pertenencias. ¿Pero qué hacemos cuando el precio de lo material sobrepasa con creces el precio de una vida? A este dilema nos enfrentamos todos los días, unos más que otros, y hoy por desgracia me toca a mí; me toca vivir muy de cerca una situación de esta índole, y es horrible.
Con un profundo dolor en el pecho recibí la noticia de que a un chico le arrebataron la vida de una manera fría, cruel y por demás cobarde. Un chico con el cual compartí muchos años de mi vida en el colegio, un chico que fue mi amigo, un chico del cual gusté mis primeros años de secundaria. Un chico común, un deportista, alegre y siempre divertido. Un hermano, un amigo, un hijo, un compañero. ¿Un chico más? Sí, muchos de los que me leen pensarán que fue uno más, un hecho más, “uno más” dirán con resignación, como si esperaran que pase de nuevo, como si tuviéramos que estar acostumbrados, como si tuviéramos que verlo con naturalidad considerándolo moneda corriente, bajando la cabeza y esperando a ver a quién sigue, quién es el próximo. Después de todo, la inseguridad es una sensación nomás, ¿no?
Maxi era un excelente pibe. Me llevo muchísimos recuerdos de las tantas horas que pasamos juntos, dentro o fuera del colegio. Las canas verdes que sacaba a los profesores, los chistes siempre oportunos, el poder de sacarle una carcajada a la persona más seria, la buena onda en cualquier situación... Eso, la chispa; él la tenía.. Más de una vez me hizo reír en momentos de enojo o tristeza, en momentos que nada te puede hacer sentir bien, él me hizo reír hasta quedarme sin aire. Eso es tener chispa. La última vez que lo vi fue hace menos de dos meses, cuando me lo crucé volviendo de dar un parcial; hablando de cosas de la vida me dijo que estaba pensando terminar el colegio, a lo que yo le dije que tenía que esforzarse un poquito nada más rendir las materias que le quedaban, y ya estaba. “Pero vos sos pro Rochu, sos re traga y yo... Bueno, yo soy lindo”. Cuándo no haciendo bromas así... Era una buena persona, no merecía esto. La verdad es que nadie merece esto, pero a él, a su grupo de amigos, los interceptaron mientras la pasaban bien un viernes a la noche, como cualquiera de nosotros; les robaron, y un hijo de puta optó también por robarle la vida, a una persona que le dio todo lo que tenía. ¿Robar por necesidad? Sí, pasa, es muy extraño, pero pasa. Ahora, ¿matar? ¿Por qué? ¿Qué cosa pudo haber hecho un chico de 19 años como para que lo mataran? Y así quieran buscarle la vuelta, nada, NADA, puede justificar una cosa así, y menos todavía sabiendo cómo era él... Nada. Arruinaron una noche, y no obstante, destrozaron a una familia, hirieron a muchas otras y vistieron de luto y llanto a toda una comunidad, esta gente desgraciada sin escrúpulos para quienes la vida no vale nada... Quienes no merecen gozarla son ellos; son los responsables de haber apagado una luz, para siempre. Y lo justo sería que paguen el precio, por más que de ahora en más, la luz no va a encender más; sino que ahora es una estrella que va a brillar con más fuerza en el cielo.
Hoy le tocó a Maxi, pero podía haber sido cualquiera. Pude haber sido yo, que con dos amigas ayer estuvimos pensando si salir o no, a escasas cuadras donde estos hijos de puta decidieron ponerle fin a su vida; pudieron haber sido ellas, o sus padres. Pudo haber sido mi hermano, que también sale a disfrutar con sus amigos los fines de semana. Pudo haber sido mi primo, un compañero de la facu, un conocido. Pudo haber sido cualquier pibe, que después de una semana de estudio o trabajo (o ambas cosas) decidió salir a distenderse con sus amigos y a pasar un buen rato. Tu hermano, tu amigo, tu hijo, tu vecino, tu compañero de equipo. Tuvo que pasar una desgracia como esta, tuvo que repetirse una desgracia como ésta, para que nos volvamos a preguntar, ¿cuál es el límite? ¿Cuánto más vamos a dejar que nos sigan negando libertades y derechos? ¿Cuántos más “Maxi” tiene que haber para que los de arriba, quienes correspondan, empiecen a mover el culo y realmente hagan lo que tienen que hacer para evitar que nos sigan masacrando? Escribo esto y se me escapan las lágrimas, las pocas que todavía me quedan. Sigo llorando toda la bronca que mastiqué durante el día. Sigo llorando de pensar que le arrebataron el futuro a un pibe que tenía todo por vivir, todo por delante. Lloro odio, porque me llené de odio, de pensar que esto es realmente muy injusto. Lloro miedo porque puede pasarle a cualquiera en cualquier momento, porque los “pendejos” somos vulnerables. Me llora el alma aflorando esta mezcla de sentimientos y me ahoga. Me ahogo en los pensamientos. ¿Quién tiene la culpa? ¿A quién responsabilizamos? ¿A dónde corremos? ¿Qué hacemos? Y así dos millones y medio de cosas me cruzan por la mente, preguntas que no tienen de donde agarrarse, que van a terminar en ningún lado, para las cuales no hay caracteres que me alcancen, ni tinta suficiente como para ser escritas.
Todo termina en saber “¿hasta cuándo...?”
Max, hoy con dolor me toca despedirme. Te fuiste rápido, te llevaron, injustamente, pero tengo el consuelo de saber que me quedan muchas vivencias para mantenerte vivo; activo, jovial, divertido y gracioso como siempre demostraste ser. Así es como voy a recordarte, como todos quienes hoy nos vemos afectados. ¿Hasta cuándo? No sé, algún día capaz nos reencontremos. Mientras tanto, quienes se preguntan hasta cuándo somos nosotros. Espero que puedas encontrar paz, mientras que quienes quedamos vamos a buscar hasta encontrar justicia y un poco de alivio a tu partida.

Hasta siempre Max.

jueves, 16 de octubre de 2014

Una luz

Una luz que se apagó.
Una estrella dejó de brillar en este cielo para brillar en otro.
Un dolor, un alivio, un mar de lágrimas y sonrisas.
Es toda una mezcla confusa de pensamientos y sentimientos que atraviesan nuestras mentes y atacan nuestros corazones en situaciones difíciles. Pero lo que vale, y creo que es lo más importante, es todas y cada una de las cosas que nos quedan. Recuerdos, memorias, palabras, imágenes… Capaz no son cosas materiales, ni de gran valor, pero como todo, cada uno de nosotros tiene una prioridad en cuanto a recordar aspectos de sus seres amados… Como aquellas interminables tardes otoñales en que tus visitas me alegraban; las noches durmiendo en tu casa; los kilos de chocolate con los que me consentías; los mediodías en tu casa, cuando el olor a salsa casera colmaba la cocina, y tus, por ese entonces, cuatro nietos organizábamos un golpe comando para comer el queso rallado a escondidas, esperando después que nos retaras porque “ahora las pastas van a comerlas secas”; todas esas tardes en que nos subíamos al “auto viejo” y hacíamos interminables viajes hasta donde llegaran nuestras fantasías infantiles más remotas.
Porque además me malcriaste como la mejor del mundo, siempre me mimaste y me ayudaste. Siempre me defendiste cuando mi mamá me retaba. De chiquita, y ya después más grande, me dabas caramelos y gomitas, como si esa nena con uniforme de jardín no hubiera crecido nunca. Me enseñaste a que el amor de verdad existe, y lo demostrabas día a día con tu marido, que pese a las peleas y discusiones cotidianas (a veces graciosas) cuando hay amor, se puede. Me enseñaste a aceptarte plata a escondidas, para que mi mamá no se enojara. Me enseñaste a que las más mínimas muestras de afecto, son gigantes cuando son sinceras. Y a pesar de que en este último tiempo repetías las cosas mil veces o preguntabas siempre lo mismo, nunca perdiste tu sentido del humor, y siempre estabas sonriente. Hasta el último momento. Me enseñaste a que los roles pueden cambiar progresivamente; antes me retabas vos porque me llenaba de gomitas antes de almorzar, y después te retaba yo por no hacerle caso al médico. Lo que son las vueltas de la vida, ¿no?
Si tengo que ponerme a numerar, no termino más; son incontables las cosas que pasé con vos y los recuerdos que me llevo, así como también es inexplicable con palabras el amor que te tengo, y el cariño con el que me tratabas. Lo único positivo que saco de todo esto, es que sea donde sea que estés, sé que no sufrís más. Estás mejor, sin presiones, sin obligaciones, sin nada que te haga pasarla mal. Me rompe el alma, pero me alegra inmensamente. Es bueno que no sufras, y es bueno para todos los que te queremos ver que no pasás más por nada malo. Que tengas un merecido descanso en paz, y recordemos, que cada vez que se cierra una puerta, hay muchas más que se abren. Te amo, ahora y siempre. Simplemente gracias abu.

jueves, 2 de octubre de 2014

Forever trusting who you are...

A veces está bueno que uno sepa lo que es, que lo tenga en claro. Es decir, que no se deje influenciar por cualquier zanguango que viene a juzgarte o a calificarte, de la manera que fuere. La gente puede conocerte, en mayor o menor medida, mucho, poco o nada, pero nunca va a conocerte mejor que vos mismo, aunque muchas veces quieran hacerte creer lo contrario. Por desgracia, no siempre pensé así. A los golpes, a lo largo de los años, tuve que aprenderlo, casi a las trompadas, que no hay que dejarse llevar por las habladurías de terceros. Pocas veces la gente se molesta en conocerte antes de hablar de vos, y generalmente, en estos casos, no son cosas positivas sobre las que se hablan, sino todo lo contrario. Y me ha pasado. No quiero recordar a la persona que me impulsó para escribir esto, pero podemos llamarlo Juan.
Juan empezó a hablar pestes de mí cuando lo rechacé sentimentalmente (o fue una casualidad, o realmente fue el motivo), puesto que no quería más que una amistad. No le gustaron mis modos, mi forma de ser, el hecho que sea determinante, no lo sé, pero me dijo algo que me afectó bastante en ese entonces.

“Vos sos una puta”

Más allá de no saber el significado de dicha palabra, la usó conmigo despectivamente, menospreciándome como persona y como mujer, pensando que así iba a cambiar mi decisión, que iba a correr detrás suyo, no sé realmente con qué fin lo hizo, pero fue muy poco hombre. Gracias a eso, durante bastante tiempo, me sentí mal conmigo, y me hizo entrar en la duda… ¿Realmente era eso que me había dicho? ¿Por qué? ¿Es algo malo, bueno, o qué? ¿Cómo lo cambio? Y era algo que me preocupaba, me lo preguntaba, y no sabía cómo salir de eso. Hasta que un día me solté. Me liberé. Decidí que no iba a seguir preocupándome por lo que hablen los demás, si no me conocen no me voy a molestar en explicarle nada a nadie, menos a quienes me atacan con palabras mal usadas.
¿Soy puta por elegir con quién estar y con quien no? Entonces soy puta.
¿Soy puta por decir NO cuando realmente quiero decir NO? Entonces soy puta.
¿Soy puta por elegir cómo y con quién quiero estar? Entonces soy puta.
¿Soy puta por ser libre? Entonces soy puta.
Como sea, por suerte esta persona se fue de mi vida, y desde aquel lejano entonces no volví a saber nada de él, sólo espero que sea con quien sea que esté, que haya aprendido a ser caballero, y no un prepotente maleducado, que haya conocido a alguien y que haya aprendido a tratarla como tal. Con esto quiero decir que, conocer a las personas antes de hablar de ellas nunca está demás, especialmente si vas a decir algo considerado como malo, y más todavía si es por algo que no fue como se esperaba. Pero lo más importante, es no cambiar nunca por las palabras de alguien. Siempre mantenerte en como sos, no dejarte llevar. Ser consciente de lo que se es… Siempre confiando en quién sos…

And nothing else matters

miércoles, 16 de julio de 2014

Fiebre mundialista III

El mundial que “nadie” vio

*Nota I: este borrador tiene fecha del 28 de mayo. Claramente la idea era publicarlo antes del inicio de la copa del mundo. Pero como se dio que me caían fechas de parciales, no pude hacerlo antes. Debido a que toda la entrada trataba del “pre mundial”, tuve que tomarme el trabajo de suprimir las cosas que no iban, cambiar los tiempos verbales, y, claramente, agregar las cosas que fueron pasando en el transcurso del mismo.*
*Nota II: Quisiera agradecer de antemano a Natália Wilde y Evellin Paiva por brindarme testimonios vividos en carne propia. Además, tuve la suerte de cruzar algunas palabras con mujeres conocidas y gente de omegle que también colaboró contándome sus vivencias. No siempre hay que dejarse llevar por las cosas que dicen en las noticias, sino escucharlas de quienes las viven en directo.*

Todos (o la gran mayoría de gente) estuvieron contentos y expectantes por la llegada del mundial. Cada cuatro años vivir esta experiencia única y multicultural es una fiesta de color, pasión, alegría, y por qué no, a veces también dolor. Los que se quedaron se organizaron: quién ponía casa, quién las cervezas, quiénes llevaban los snacks o la pizza, qué cábalas seguir (muchos, muuuuuchos argentinos son cabaleros), entre otros. Ni hablar los que tuvieron la suerte de viajar… Desde principio de año, tachando los días en el calendario cual preso que añora la libertad. Pensando en poner la camiseta, la corneta, el gorrito, la pintura celeste y blanca en la valija… Fueron los que tenían planeado todo, desde el hotel hasta el traje de baño, y los que fueron a la deriva, a ver dónde podían pasar la noche y de dónde podían sacar un plato de comida. A veces la pasión te lleva a eso; dejarte ir y que sea lo que el destino quiera, a veces para bien, a veces para mal… Con amigos, pareja, familia, compañeros de trabajo, de estudios, conocidos o hasta solos, todos los que fueron, se trajeron un recuerdo hermoso, más allá del resultado futbolístico.
Todo muy bello, pero con el correr del tiempo, uno se da cuenta que, en algunos casos, no todo es tan lindo como se muestra. Obvio que no siempre, todo depende de la situación en la que se encuentre el país anfitrión… Será que yo no viví en esa época, pero sé por testimonios que en Argentina 78 el clima no era de fiesta, sino de miedo y angustia. A pesar de que la copa “se quedó en casa” y la selección se llevó una gran ovación, fueron muchos, muchísimos, los que no pudieron, ni tuvieron motivo para festejar… Desgraciadamente, 4 años después, el pueblo argentino pasaría por la misma situación. Pero en esta ocasión no voy a hablar por boca de ganso, sino que, además de evocar a mi memoria, pedí testimonios de gente que este año “lo vivió” desde adentro.
Como comenté hace dos entradas, todos bien saben que países como Sudáfrica y Alemania (donde se organizaron las dos copas anteriores) son países con mucho dinero, “acomodados”, donde todo marcha sobre ruedas, y, quienes los miramos de afuera, pareciera que no les falta nada. Pueden darse ciertos lujos, al igual que Inglaterra organizando los JJOO del 2012, al bancar un evento tan grande como es una copa de la FIFA. La cuestión acá es que, Brasil, claramente, no es un país como esos. Tuvo MUCHÍSIMAS fallas y carencias, sin mencionar el descontento de la gente, y muchos no quisieron darse cuenta de ello. Además, no fue algo chico, la mugre no pudo esconderse debajo de la alfombra. Por más que se intentó, y se pudo en un primer momento, la olla terminó destapándose, por suerte, antes del inicio del mundial. Se dieron a conocer en todo el mundo las protestas del pueblo contra el gobierno y la realización del mismo. Ojo, no es como dicen los ignorantes de “a esa gente no le gusta el fútbol”, es Brasil. OBVIO que hay gente a la que no le gusta, como acá, pero por excelencia, al igual que Argentina, es un país futbolero. Esta vez claramente no se trató del deporte en sí, sino de todo lo que hubo alrededor.
Por empezar, un país que tiene baches económicos de tales dimensiones, no debería ser autorizados a albergar una copa mundial, y menos despilfarrar dinero (MUY necesario en otros ámbitos) en cosas que no van a ser de utilidad en el futuro… Para poner un ejemplo tengo que explicar algo antes. Días previos a la fiesta inaugural, por Telefé, se presentaba los diferentes estadios y se comentaba brevemente la historia de la ciudad donde éste se encontraba. Me sorprendí al ver el estadio de Manaos, por ejemplo. Imponente, moderno, hermoso. Lo que no contaron, es que arrasaron varias hectáreas de selva para levantarlo (irónico fue que, el día de la inauguración, hagan una parte en honor a la selva amazónica). Después me enteré, por medio de una conocida (nativa de allá), que ese estadio está destinado al abandono. El equipo de ese lugar, es tan grande a nivel país, como en Argentina es, no sé, Villa San Carlos. Imaginen el desperdicio, los árboles talados, los animales echados, el daño al suelo… Ni hablar de los nativos, que, con lanzas y en taparrabos, salieron a protestar a las calles frente a las cámaras de televisión por el daño que le hacían a su tierra.
Hablando del despilfarro de dinero necesario, esta misma conocida que me comentó lo del estadio, me dijo algo que es todavía peor. Ella allá era docente, y el año pasado, cuando les avisaron que, por motivos de construcción y refacción de estadios, el recorte del salario era algo inevitable, obviamente todos se quejaron. No sólo que los docentes ganan poco y los precios son altos, sino que todavía querían que ganen menos. Al protestar y decir rotundamente NO a ese tipo de cosas, a ella y a los demás maestros les dijeron lo siguiente: “ahora nuestra responsabilidad es dejar todos los estadios en condiciones óptimas para el mundial, preocuparnos por la docencia y la educación es algo que podemos hacer en otro momento”. Qué lindo, hermoso. Preocuparse más por un evento que podía llevarse a cabo en cualquier otro país del mundo, antes que el futuro y la educación de los niños, qué belleza, qué valores. Después uno se queja cuando ve que la educación va para atrás y a todo el mundo parece importarle un bledo.
Antes de terminar, quiero compartirles el testimonio de Evellin y Natália, con quienes tuve la suerte de hablar en profundidad y no quedarme exclusivamente con lo que salió en televisión. No tuve mejor idea que hacer una conversación grupal en facebook, e ir haciéndoles preguntas. Dado a que el copiar y pegar la conversación me deja la entrada exageradamente extensa, decidí copiar los fragmentos más relevantes de la conversación (diferenciando con los colores qué marqué arriba qué dijo cada una) *Esta charla fue previa al inicio de la copa*,

“Yo vivo en Río donde se hicieron manifestaciones. Fui sólo a la primera, que se hizo en mayo del año pasado. Una amiga mía perdió su ojo izquierdo y ahora está ciega porque tenemos policías que no están capacitados para este tipo de trabajos. Nuestros hospitales rebalsan de gente enferma que no puede ser tratada porque no hay estructura, no hay doctores, no hay medicinas ni tratamientos. Nuestras escuelas públicas carecen de buenos docentes porque nuestro alcalde dice que no tenemos dinero para pagarles los salarios, pero tenemos el dinero para construir estadios nuevos.”
“Yo vivo en São Paulo y fui testigo de muchas de esas cosas también. Las quejas y marchas en contra el gobierno, los paros de subtes para intentar llamar la atención de los gobernantes, esperar a que reaccionen, y demás…”
“Nuestros transportes públicos son carísimos, pero el servicio es pésimo. La mayoría de ellos están rotos, sucios, y la gente viaja amontonada y mal por la poca frecuencia.”
“Estoy profundamente triste al saber que, a pesar de la mierda que atravesamos, toda la gente se va a olvidar por todo lo que luchó, y se va a sentar como si nada en frente de la televisión, a tomar cerveza fría y mirar los partidos como si nada. Lo peor, es que, una vez que la copa termine, vamos a seguir con nuestras vidas como si nada hubiese pasado. Eso me da mucha bronca.”

La próxima vez, creo que la gente debe pensar en que no todo es fiesta y alegría, y tomar conciencia. En parte, fue esto por lo que al principio me mostré tan contrariada. Me dio asco lo que le hicieron al pueblo, y lo peor, es que lo van a seguir pagando. Esto terminó para el mundo, pero para Brasil no. Más aún, cuando dentro de dos años van a ser la sede de los JJOO… Ya veremos con qué nos toparemos en ese entonces, así que por lo pronto, la entrada termina acá. Saquen sus conclusiones.

domingo, 13 de julio de 2014

Fiebre mundialista II

La argentinidad más al palo que nunca

Acá es donde vengo a reparar exclusivamente en los argentinos. Que pueda aplicarse a otras personas en otros países, bien, pero yo, al ser argentina, quise centrarme en lo que es mi país. Voy a hablar tanto de los hinchas, como los ciberhinchas (era inevitable que los dejara afuera) y en las publicidades de diversas marcas y empresas, que TANTO resaltan el gran espíritu argentino (nótese el sarcasmo) por estos días. Sé que me voy a comer unas cuantas puteadas, ya que gente obtusa hay siempre, pero bueno, lo que están por leer son cosas que siempre dije, siempre pensé, y ahora que pude, lo organicé para publicarlo y darlo a conocer entre las personas que me leen.
Voy a empezar con el “sector” que sé que no voy a ofender (bah, no son personas físicas, por eso no me importa… En realidad si eran personas físicas tampoco me iba a importar), con lo más light de la entrada.
Publicidades, propagandas, avisos publicitarios. Las empresas, marcas, diferentes compañías que expresan su “argentinidad” (riámonos, algunas de ellas son multinacionales) alentando a la selección con spots que, tengo que admitir, son bastante emotivos. Es acá donde quiero hacer hincapié. Todos sabemos que Coca-Cola es una de las marcas más grandes y reconocidas del mundo. Sus canciones mundialistas son muy pegadizas (quien se acuerde de la canción de las manitos de Alemania 2006 va a entender) y siempre dejan un muy bonito mensaje, por más que sea sólo una máscara para el país donde están, pero me causa mucha gracia que Manaos (no el Estado de Brasil, sino la bebida nacional que le quiere hacer competencia) tenga un complejo de inferioridad tan grande que, en cada publicidad que hacen, tienen que darle con un caño a Coca. Claro, sabemos que es una multinacional y que van a alentar por el país en que estén, pero hacer ciertos tipos de spots dan vergüenza. A mí me dan vergüenza. Bueno, retomo. No voy a reparar en todas porque sino, no termino más, pero recuerdo la de Personal (telefonía móvil por si alguien no sabe) diciendo boludeces, como siempre, y el aviso termina con un “Los argentinos, más argentinos que nunca”… Sin palabras… ¿Realmente alguien puede llegar a pensar que soy más o menos argentina por apoyar a una selección nacional? ¿Alguien va a venir a darme un premio por ponerme la camiseta y salir a la calle? Que ni siquiera es la única, es la de fútbol… No tengo nada en contra de ello, por el contrario, a mí me gusta, pero hay otras cuestiones que también se dejan afuera. Digamos, también fue el mundial de hockey hace no mucho, y seguramente muchas personas ni se enteraron, porque están todos centrados en darle más importancia al fútbol que otra cosa. No vi publicidades ni spots ni nada parecido… Conclusión, todas estas marcas y compañías te dicen que si alentás a la Argentina (sólo en el fútbol) sos más argentino… Y bueno… Si resulta que no te gusta el fútbol, o no te interesa, o no tenés la banderita en tu casa SOS UN SIN PATRIA Y SEGURO SOS INGLÉS (capten el sarcasmo).
Ahora quiero hacer un pequeño comentario sobre los caretas… Odio esa palabra, pero no encuentro ahora un adjetivo mejor para describirlos. Esos que no saben de qué color es la bandera, no tienen idea lo que es una escarapela, PERO CUANDO JUEGA ARGENTINA SE PINTAN HASTA EL CULO DE CELESTE Y BLANCO, se compran camiseta, camisetita, bandera, banderita, gorro, trompeta, corneta, bombo… Y una vez que termina el mundial SE OLVIDAN de los colores patrios y vuelven a arrumbar todo en un cajón hasta dentro de 4 años. Y OJO, sólo conocen a Messi. MESSI MESSI MESSI, es de la gente que el equipo es Messi y el resto. Lepra me provocan. No sé si es por querer aparentar, o qué, pero son tan o más irritantes que los ciberhinchas. Esos son hipócritas, ¿saben por qué? Porque son los que en los actos del colegio no cantan el himno; se ríen y juegan con el celular, muchas veces no saben a qué se deben los feriados nacionales o si les mencionás personas como Roca no tienen idea si estás hablando del billete de 100 pesos o de una piedra… Estos son los que realmente me enervan, y me dan vergüenza que sean argentinos como yo.
El siguiente grupo de estudio se centra en los ciberhinchas. Es acá donde sé que voy a ligar alguna que otra puteada (ojo, por decir la verdad a mis ojos), pero no me importa, es simplemente explayar lo que pienso, y seguramente muchos otros opinen como yo. Son seres insoportables. Son pesados. Densos. Repetitivos. Son esas personas que a nadie le gustaría tener en una red social, ya sea siguiéndolo o como amigo, son esas personas que me violentan con facilidad y me irritan. Será que por estos días yo evité ver los inicios tanto de twitter como de facebook (en instagram no es tan terrible la cosa, ya que son fotos y es más lindo ver lo que ponen, no resulta pesado), que es más que nada por donde abundan, porque sino me pongo de mal humor muy fácil. No es por hacer diferencia, pero las que más me molestan son las mujeres. Cuestiones de piel, no se ofendan, acuérdense que por muy poco que parezca, yo también soy una mujer. En fin, este tipo de gente es el que dice TODO, twittea TODO, tira estados de TODO, expresando cosas que, quienes estamos mirando el partido, sabemos que pasa. “GOOOOOOOOOOOOOOOOOL”, “FUE PENAL PELOTUDOOOOO”, “LA CONCHA DE TU MADRE ESTABA ADELANTADO”, “HIJO DE PUTA PATEÁ BIEN LA CONCHA DE TU MADRE”, “FULANO, ¿TENÉS DOS PIES IZQUIERDOS?”. Lo peor no es que tira un estado/tweet expresando indignación o felicitando a la figura del equipo (como pasa muchas veces, y me encanta), sino que SE ENCARGAN DE ESCRIBIR ABSOLUTAMENTE TODO LO QUE VEN, TODO LO QUE PASA, TODO LO QUE PIENSAN, ABSOLUTAMENTE T O D O. Hacerlo una vez, o de la bronca, o de la alegría, perfecto, pero, ¿ya pasar a hacerlo siempre? ¿Todo el tiempo? No man, cansa. ¿Pensaste en estudiar periodismo deportivo? Esa gente termina de eso. Antes de terminar, quería comentarles que, inicialmente, este último espacio lo iba a usar para escrachar a los ciberhinchas que tuve la desgracia de fumarme estas últimas semanas (como les dije antes, la gran mayoría son mujeres). Pero decidí no hacerlo. Más que nada porque, primero, tenía que pedir permiso para publicarlo. Eso no es lo que importa, ya que si no me lo daban era muy probable que lo publique igual, el tema es que después tengo una horda de vaginas arenosas quejándose y diciendo que los hice quedar como los pelotudos que son, y no tengo ganas. Pero, si se fijan en alguna de sus redes, apuesto que por lo menos a una de estas personas van a encontrar.
Ahora voy a hablar de los hinchas. Esos son los fanáticos, los “locos y enfermitos”. Los que siguen a su equipo a sol y sombra, los que siguen cábalas y hacen promesas, los que festejan como si no hubiera un mañana y lloran como bebés si llegan a perder. Los que sienten que la pasión se lleva adentro, no en una camiseta o un gorro. Ni hablar los que van a la cancha (claro, no todos tuvimos esa suerte. Por eso no es una crítica, es un comentario), de Argentina o de donde sea, esos que se pintan y se lookean para hacerse ver y llamar la atención, que gritan y se emocionan, es un espectáculo. En el caso de mi casa, por ejemplo, mi papá y mi hermano mayor hace años que van a la cancha. Les encanta el fútbol. Pero el tema de ver un partido con un hincha tan ferviente es ese… La pasión, los nervios y la emoción muchas veces juegan en contra. No por nada a veces prefiero ver los partidos sola y gritar/enojarme/violentarme sola que estar con alguien. Con ellos es igual. Entendiendo que son hombres y que el fútbol es importantísimo para ellos, les es inevitable ponerse nerviosos con cosas como estas (comentario al margen, mientras escribo esto se vive la previa de la final entre Argentina y Alemania). Si la otra vez con los penales de Holanda se pusieron nerviosos, ahora no sé… A mí me pasó de tener que levantarme e irme porque NO PUEDO VER cuando otro se pone nervioso, me pongo más nerviosa. Y será que vivo en un barrio que también es futbolero, son todos hinchas apasionados, pero me acuerdo cuando fue el partido con Bélgica (creo que fue Bélgica) yo volvía de la facultad… No había NADIE en la calle, pero literal. Las avenidas principales vacías… Y yo no tuve mejor idea que poner AC/DC al palo e ir bailando por el medio de la calle. El argentino tiene eso de ser apasionado, y es una de las cosas que más me gusta de mi país.

Para finalizar, quiero hacer un comentario de los que son todo lo contrario: los anti-argentinidad, los que se la pasaron criticando todo, TODO para mal, al fútbol, a los hinchas, los partidos, a los estados, a los tweets… Quiero que sepan que dan tanta bronca como cualquier otro pelotudo que abunda por internet. Alégrense, en un par de horas termina toda esta fiesta mundialista y personas como ustedes van a dejar de romper las pelotas con sus quejas.

jueves, 10 de julio de 2014

Fiebre mundialista

Si bien tengo esta idea hace mucho, la plasmé en mi cuaderno de borradores a principios de marzo, y recién ahora tengo tiempo como para sentarme y pasarlo en limpio para su publicación (ya casi termina la copa del mundo, pero hace 2 días terminé con mis obligaciones como para sentarme a escribir tranquila). Desgraciadamente fue tarde, ya que ahora están todos re pesados con esto del espíritu mundialista (y más ahora con la final), tanto la gente como los medios y sus avisos publicitarios. Dado que este es enteramente MI punto de vista, me abro al diálogo y al debate con quien desee hacerlo, lo que no voy a hacer es ponerme a reparar en gente irrespetuosa que no merece ni mis palabras ni mi tiempo. Tené esto en consideración para saber si seguís leyendo o no.
Ahora bien, a lo que me refiero con esta entrada es a todo lo que ronda este tipo de eventos, tanto lo bueno como lo malo, aunque hay un par de temáticas que, al ser tan extensas, prefiero abarcarlas con detalle en entradas separadas.
*Nota: este borrador data de mayo, cuando originalmente tenía la intención de subir la entrada. Dado que estamos a nada del final de la copa del mundo, me perdí de agregar hechos que fueron pasando a lo largo del mismo. Ahora, cada vez que vean una llamada color rojo y cambio de formato en el texto, eso quiere decir que trato algo que pasó en el desarrollo de la copa*
·       El primer punto que quiero tratar es sobre el deporte en sí. Popular en todo el mundo (más en algunos lugares que en otros), podemos decir que, por lo menos en Argentina, es más que solo un juego de equipos (aunque, si hablamos más profesionalmente, a veces no es tan juego…). Para quienes lo hacen, es una forma sana de distenderse, ejercitarse, hacer nuevos vínculos y reforzar el llamado trabajo en equipo. Profesionalmente, si bien los ítems anteriores se aplican (hay casos y casos; a veces sí a veces no), es también su trabajo, y para quienes lo manejan es un gran negocio. Lo malo son las rivalidades que a veces surgen por esto, que en muchos casos pueden terminar mal (entre jugadores, hinchas, y cualquiera que se prenda). Hablando de mi caso particular, cuando lo practicaba, allá y hace tiempo, era sólo una manera de divertirme con mis amigos. Éramos mocosos de 10 años, no era una guerra. Que hubo peleas sí, seguro, pero todos teníamos claro que era precisamente eso… Un juego.
·       En cuanto a lo que es futbol argentino (a mis ojos, y hablando a partir de ahora del futbol profesional), quiero hablar de los hinchas. Entre integrantes de una misma hinchada es raro que haya problemas (lo que no quiere decir que no haya), el problema llega cuando en los partidos (especialmente en los clásicos, o en el abismo del descenso de un equipo) llega la VIOLENCIA. Si bien todo tipo de la misma es injustificable, hay dos casos: cuando es persona-persona y cuando es persona-cosa… Aunque creo que esta última es la más injustificable. Hace un par de meses, recuerdo, terminó un partido en la cancha de River (no sé quiénes jugaban, no me acuerdo) y al finalizar, los hinchas hicieron destrozos indescriptibles… Autos quemados y con los vidrios rotos, contenedores de basura volcados en el suelo con su interior disperso en la calle, negocios del Barrio Chino con vidrieras rotas y puertas violentadas… ¿Cuál fue el motivo? No sé. Pero así fue, como salieron damnificados muchos que no tenían nada que ver con ese partido y su resultado… Esos son, señoras y señores, los incivilizados del futbol argentino. *Sí, yo también vi cómo los brasileros hicieron destrozos luego de la humillación que sufrieron ante Alemania. Me sorprendí, pero claro, se ve que ellos son tan apasionados (e idiotas) como los que hacen destrozos acá. Ahora quisiera agregar lo que me contaron mis padres cuando volvieron de España. Fueron a ver un partido del Atlético de Madrid (no me dijeron cuál era el otro equipo) y no se acercaba ni un poco a lo que es el futbol acá. Allá estaban todos ‘mezclados’, a la salida, fueron todos por la misma puerta, sin problemas, había personas (hombres y mujeres) de todas las edades… Todos tranquilos, sin molestar u ofender al otro, disfrutando del espectáculo… Díganme si acá no podría ser igual.
·         Hablando ya de la copa del mundo, hay un par de cuestiones que quiero tratar, y la primera es la rivalidad entre países. No importa si fue por un conflicto bélico, por la ‘superioridad’ de un país por sobre otro, por simple cuestión de piel o por un partido disputado en el pasado, SIEMPRE en este tipo de eventos vuelven los recuerdos y el por qué ‘odiar’ a tal o cual país. Estoy harta de escuchar gente que odia al equipo alemán, o mexicano, o chileno, o inglés (o mismo, gente de esas nacionalidades), o de la concha de su madre, por estupideces como las que mencioné recién. Como dije, hay gente que a veces se olvida que esto se trata de un juego, y se enojan e insultan a diestra y siniestra al otro solo por ser “del equipo/país contrario”. *Me cansé de leer comentarios ofensivos a gente de diferentes países. Sí, las gastadas están, el humor es humor y no le hace mal a nadie, pero yo misma fui testigo y partícipe en mi ask, de un imbécil que insultaba a los de Brasil sólo por ser de Brasil, y a un pelotudo (en este caso chileno) que me insultaba por ser argentina. Yo no odio a nadie de ningún país, y no banco la xenofobia.
·       Todos vemos que hay países como Alemania o Japón que, para los que vivimos afuera, pareciera que “no les falta nada”, por lo cual pueden proponerse organizar una copa del mundo sin problemas. Precisamente, un tema que causó mucha controversia en este mundial es sobre cómo impactó económicamente al país. Si bien sabemos que recaudaron MUCHÍSIMO dinero gracias a los visitantes y en rubros como el turismo, la hotelería y la gastronomía, se despilfarraron MILLONES en construir y refaccionar estadios que, según me contaron, muchos quedarán en el olvido (el de Manaos por ejemplo, arrasó hectáreas de selva para construir un estadio. El equipo local es TAN grande y TAN conocido… Como Villa San Carlos. Cuando me lo dijeron no lo podía creer). Este aspecto lo profundicé en la tercera parte de esta serie de entradas.
·       Por último, quiero mencionar el aspecto del mundial que más me gusta (no sólo de este evento, sino también de los JJOO) que es el intercambio cultural. Tanta gente de tantos lugares y culturas diferentes en un solo lugar, relacionándose, compartiendo… Será que a mí me encanta socializar con personas de otros lados, y me parece algo fascinante. Mientras unos mueren por el futbol y sufren por querer entrar a la cancha, yo mataría por ir a un mundial y estar rodeada de personas de diferentes países. Lo hice en otros contextos, y me pareció una experiencia espectacular, sin mencionar que me quedaron muchísimas anécdotas de esos momentos, pero supongo que en este medio es diferente, ya que “son todos amigos y todos viven contentos juntos” (obviando las rivalidades entre países anteriormente mencionadas). Algún día voy a hacerlo yendo a algún mundial.

Bueno, esto es todo por ahora. Lamento haber llegado tan tarde pero, reitero, recién ahora me libero de mis obligaciones como para poder sentarme a pasar los textos tranquila.