El
domingo, mientras merodeaba entre las páginas que tengo abiertas, encontré un
enlace en el inicio de facebook que me gustó y se me ocurrió compartirlo con
ustedes, mis pocos pero fieles lectores (algunos de ellos, “lectores fantasma”).
Hubo algunas cosas que no me gustaron o no me interesaron y las saqué, y hubo
otras que tuve ganas de agregar y así lo hice. Si querés leer el texto
original, hacé click acá; el texto que vas a ver a continuación es el que yo
tomé y modifiqué:
Ser
adolescente hoy; en el auge de
descubrir quién sos, conformar tu grupo de amigos, definir tu personalidad y
formarte como la persona que vas a ser al llegar a tu vida adulta... No es sólo un dolor; es un conglomerado de dolores
y molestias que conforman una gran bola de depresión… Adolescencia, todos
hablan de ella, mientras que los niños la desconocen y los adultos la
extrañan, se dice que nosotros la desperdiciamos… A decir verdad, cada uno de
nosotros usa el tiempo de su adolescencia en lo que le interesa: un hobbie, un
instrumento, salidas, un deporte, dormir, una pareja, estudio, entre muchísimos
otros… Nadie la desperdicia; cada quién usa su tiempo como mejor
le parece. Pero
realmente, ¿quién nos entiende? si ni nosotros nos entendemos; buscamos amor
para luego sufrir y nos ilusionamos llenos de esperanzas para que después la
ilusión se desvanezca.
Muchos siguen modas para tratar
de sentirse mejor, sintetizarte con todo el resto de la sociedad y no
sentirse menos ni un “rarito”. A veces
todo es blanco, a veces todo es negro; pocas veces existe el gris. Nos
desvivimos para tener un buen físico, en vez de un
talento. Queremos todo sin tener que
hacer nada. Pero acaso, ¿alguien
sabe lo que nos pasa por la cabeza? ¿Quién entiende lo que es enamorarse de un
idiota o de una falsa? ¿Quién sufre por amor, por familia, por amigos, por el
colegio y aún así tiene una sonrisa dibujada y siempre contesta “todo está
bien”? ¿Quién
tiene cambios en el cuerpo? ¿Quién se siente menos? ¿Quién sabe lo que es
caerse una, y otra, y otra vez? ¿Quién tiene que soportar a los profesores
cuando están de mal humor, quieren gastarnos o cuando disfrutan descargarse sus
problemas con nosotros? ¿Quién empieza a tener responsabilidades, empezar a
crear un futuro y caer en la triste realidad? No existen los espías
súper secretos de las películas ni las princesas, la realidad es lo
que ves, lo que hay, lo que sos vos, acá y ahora. Decime, ¿quiénes somos los que tenemos
toda esa presión? La que desgraciadamente NINGÚN adulto entiende; ellos dicen
que ya pasaron por nuestra edad y aún así no nos entienden, además, no saben
que la adolescencia ahora no es como lo era unos 30 años atrás, no entienden
que las cosas cambiaron, que son diferentes. Para ellos solo nos emborrachamos,
nos drogamos, somos vagos, nos dedicamos a la joda y, en vez de prestarle
atención al colegio, sólo nos interesamos en pelotudeces... ¿Dolor?
Todos lo sentimos. Pero el
peor dolor es la decepción, es la desilusión, es caer en la triste realidad. Es saber que si te quedás dormido en
el sofá, te levantas ahí. Lo peor de
todo, son los enfermizos esteorotipos e ideas que, para completar el cuadro y
el nivel de mierda, están cada vez más aceptados:
Si no te vestís bien y a la moda, sos un asco.
Si
tenés personalidad, te burlan.
Si vas por la calle con capucha, sos ladrón.
Si tenés un sueño y querés seguirlo, se te cagan de risa.
Si andás en skate o tenés rastas, sos un drogadicto.
Si no tenés el mejor celular, no sos nadie.
Si pensás distinto a los demás, si pensás por vos mismo,
te marginan.
No es fácil ser adolescente; no hay
instrucciones escritas, nadie nos dice como hacerlo y a veces es
difícil dejar conforme a todos los que nos rodean, tanto padres como
profesores. Pero este es el aprendizaje más
grande que vamos a tener en nuestras vidas; esta es una etapa de suma
importancia. Estas son las
experiencias que vamos a contarles a nuestros hijos y nietos, las vividas en la
adolescencia; aprendizajes sobre la amistad, rateadas del colegio,
primeros amores, salidas inolvidables, el viaje de egresados, son
sólo algunas de las cosas que marcan y quedan para siempre, y sólo se viven una
vez…
Una caída es una lección, no una sentencia, y
de eso se trata la adolescencia, de poder caerse y reírse, porque
vas a caerte mil veces, y aunque cueste y a veces duela, vas a volver a
levantarte, y te vas a reír, porque vas a saber que no
es ni la primera caída ni la última.
Es
ahora o nunca.