jueves, 16 de octubre de 2014

Una luz

Una luz que se apagó.
Una estrella dejó de brillar en este cielo para brillar en otro.
Un dolor, un alivio, un mar de lágrimas y sonrisas.
Es toda una mezcla confusa de pensamientos y sentimientos que atraviesan nuestras mentes y atacan nuestros corazones en situaciones difíciles. Pero lo que vale, y creo que es lo más importante, es todas y cada una de las cosas que nos quedan. Recuerdos, memorias, palabras, imágenes… Capaz no son cosas materiales, ni de gran valor, pero como todo, cada uno de nosotros tiene una prioridad en cuanto a recordar aspectos de sus seres amados… Como aquellas interminables tardes otoñales en que tus visitas me alegraban; las noches durmiendo en tu casa; los kilos de chocolate con los que me consentías; los mediodías en tu casa, cuando el olor a salsa casera colmaba la cocina, y tus, por ese entonces, cuatro nietos organizábamos un golpe comando para comer el queso rallado a escondidas, esperando después que nos retaras porque “ahora las pastas van a comerlas secas”; todas esas tardes en que nos subíamos al “auto viejo” y hacíamos interminables viajes hasta donde llegaran nuestras fantasías infantiles más remotas.
Porque además me malcriaste como la mejor del mundo, siempre me mimaste y me ayudaste. Siempre me defendiste cuando mi mamá me retaba. De chiquita, y ya después más grande, me dabas caramelos y gomitas, como si esa nena con uniforme de jardín no hubiera crecido nunca. Me enseñaste a que el amor de verdad existe, y lo demostrabas día a día con tu marido, que pese a las peleas y discusiones cotidianas (a veces graciosas) cuando hay amor, se puede. Me enseñaste a aceptarte plata a escondidas, para que mi mamá no se enojara. Me enseñaste a que las más mínimas muestras de afecto, son gigantes cuando son sinceras. Y a pesar de que en este último tiempo repetías las cosas mil veces o preguntabas siempre lo mismo, nunca perdiste tu sentido del humor, y siempre estabas sonriente. Hasta el último momento. Me enseñaste a que los roles pueden cambiar progresivamente; antes me retabas vos porque me llenaba de gomitas antes de almorzar, y después te retaba yo por no hacerle caso al médico. Lo que son las vueltas de la vida, ¿no?
Si tengo que ponerme a numerar, no termino más; son incontables las cosas que pasé con vos y los recuerdos que me llevo, así como también es inexplicable con palabras el amor que te tengo, y el cariño con el que me tratabas. Lo único positivo que saco de todo esto, es que sea donde sea que estés, sé que no sufrís más. Estás mejor, sin presiones, sin obligaciones, sin nada que te haga pasarla mal. Me rompe el alma, pero me alegra inmensamente. Es bueno que no sufras, y es bueno para todos los que te queremos ver que no pasás más por nada malo. Que tengas un merecido descanso en paz, y recordemos, que cada vez que se cierra una puerta, hay muchas más que se abren. Te amo, ahora y siempre. Simplemente gracias abu.

1 comentario:

  1. VAMOS RO! FUERZAS!
    Tu abue debe estar emocionadisima con este texto hermoso ♥ :)
    Abrazo apretado!

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