Con el mejor respeto que me pudo haber salido de la cabeza, voy a escribir una entrada breve, pero que en sí, la estuve pensando mucho y quiero expresar lo que siento por los hechos ocurridos hoy en Japón, que ahora están repercutiendo en diversas islas y costas del Pacífico, como Hawai, México, Estados Unidos y Perú. Primero que nada, mi más profundo pésame por las personas fallecidas y toda la fuerza del mundo a amigos y familiares de los desaparecidos. La gente, sin pensar, se lamenta, se sorprende, se enoja, se angustia y piensa “¿Por qué pasan estas cosas?”, amigos míos, para sorpresa (o no) de ustedes, todo tiene un por qué, aunque a veces sea un tanto difícil de explicar. Pero, ¿es necesario que lleguen a pasar estas cosas para que la gente se dé cuenta que el planeta está pidiendo ayuda a gritos? Desgraciadamente, parece que sí.
Terremoto y tsunami primero (el epicentro en Fukushima, Japón), después la ola expansiva que amenaza islas como la de Pascua o la Galápagos y las costas oeste de algunos países americanos (en Chile ya se sintió un sismo de 5º, en Costa Rica uno de 4,4º y en las costas californianas ya se registró una persona fallecida por los movimientos del agua), y ahora hay amenaza de tsunami para toda la costa chilena… Mucho creer, o no, son consecuencias de obras humanas de hace, aproximadamente, cuarenta años.
Ahora, en estos momentos, sigue habiendo réplicas y pequeños sismos, pero, pensar que hace unas horas, había gente desesperada, alterada, perdiéndolo todo, muriendo… Las pérdidas, en general, son monstruosamente incalculables: pérdidas humanas (sin contar heridos ni desaparecidos), pérdidas materiales (como bien los barcos y los automóviles absorbidos por los remolinos en el mar) y los millones y millones de dólares perdidos en grandes fábricas como en la de Toyota, donde el agua arrasó con todo, dejando en ruinas la exposición de camionetas nuevas listas para la venta… Sin ánimos de ofender a absolutamente nadie, pero me parece que los únicos hijos de puta que merecían morir y sufrir como las escorias que son, solamente son los asesinos, los balleneros.
¿Saben? Esta desgracia es el resultado de, como dije anteriormente, casi pura y exclusivamente de la mano humana: hace ya varios años, se llevaron a cabo muchos “experimentos” en el Pacífico y muchas porquerías nucleares fueron tiradas al agua. Estas porquerías afectan en gran parte a la naturaleza: las corrientes oceánicas, la flora y la fauna marina e incluso hasta llegar al punto de las placas tectónicas. Las mismas, pese a que siempre están en movimiento (imperceptible para los humanos), están siendo alteradas por estas mismas porquerías que tienen ya sus años… Por lo que los movimientos son más bruscos y afectan de manera increíble a la población humana… Y bueno, los resultados son los que se pueden observar desde hace varias horas. Todos estos geniales experimentos se llevan a cabo por… ¿saben qué? Dinero. Algo tan asqueroso e insulso como el dinero que, en situaciones como estas, no sirven para nada, por muchos millones que se tenga, hay cosas que ni el más grande de los tesoros va a poder devolver, que es, la vida humana misma.
Esto mismo, hablándolo hoy con mi familia, mi hermano mayor hizo un comentario y estoy totalmente de acuerdo: después de pensar y ver, todo lo que está viviendo esa gente, tantos países, tantas muertes, tanta destrucción, tanto daño, tanta gente sin NADA que perdió absolutamente todo… Y después uno se queja de cómo se vive en la Argentina. Lo que siempre pienso, y nunca digo (porque claro, vienen pendejos huecos a decirte que no tenés cerebro, vienen a discutirte sobre lo que pasó en chernobyl, vienen a gastarte y a sobrarte…), es que: la naturaleza sufre, se traga todo lo que hacemos los descerebrados de los humanos, pero cuando ella desata su furia (que creo que la naturaleza en acción es la cosa más hermosa del mundo), puede ser totalmente cruel y destructiva. Al ver un tsunami, un volcán en acción, un huracán, pienso en el increíble poder que tiene la naturaleza, y en lo insignificante que somos los humanos en ese aspecto, y muchas veces es la causa de que me sienta un parásito.
Y bien, antes de redondear esta entrada y terminar con mi idea, una de las cosas que quiero aclarar, tal como lo mencioné un poquito más arriba, quiero hablar un par de cositas sobre la explosión del reactor nuclear en la planta de Chernobyl. Lo cierto es que, dado a mi corta edad y a mi ubicación geográfica, no pude ver ni saber exactamente cómo es que pasaron las cosas, si fue intencional, si fue un accidente, si se controló, si murió mucha gente, si fueron muchos los afectados, si fue un error humano o qué. Cuestión: explotó un reactor nuclear y se liberó muchísima radiación a la tierra y al suelo, por tal razón, es imposible hacer crecer algo en esa tierra, es imposible vivir allí, y así será por varios miles de años. Las preocupaciones en estos momentos, son algo parecido, pero en la central de Fukushima, donde hay alerta sobre el peligro de la explosión de un reactor (por el nivel que supera mil veces al normal)… Pero con el doble de magnitud. Es decir, llega a explotar eso, y no sólo vamos a tener un desastre radioactivo y un “segundo Chernobyl”, sino que va a ser peor.
Bueno gente, perdón por el cambio tan abrupto de tema, pero en las últimas doce horas tuve la cabeza dada vuelta por esto. Gracias por leer.