Hace una semana, fui de excursión con mi
curso (y el otro Sociales) a hacer un recorrido por algunos puntos históricos
de la Ciudad
de Buenos Aires, entre ellos Parque Lezama, Plaza de Mayo y la Catedral Metropolitana,
además de diversos lugares de interés turísticos, como el Café Tortoni (al que algún día
iré a pasarme una tarde entera escribiendo rodeada de inspiración).
Una de las cosas sobre las que hablamos,
que en principio nos comentó nuestro director, es sobre la disputa que existe
entre ciudadanos, artistas, vándalos y policías con respecto a las plazas y lo
que hay en ellas: las rejas. No recuerdo bien cuándo fue, pero también nos comentó sobre
una serie de marchas que se hizo en toda la Capital (que en total sumaba 22 cortes
simultáneos) y, uno de los tantos motivos, era el de la movida cultural para
sacar las rejas.
Un grupo
está de acuerdo con enrejar monumentos, bustos y similares, simplemente para
mantenerlos a salvo del vandalismo juvenil (y a veces no tan juvenil) que acecha estos lugares,
especialmente de noche. Ya
sea estropearlo con un graffiti*, arrancar una parte,
partirlo o mutilarlo, el vandalismo ahí esta, lo cual denota la falta de
educación y respeto que lamentablemente muchos llevan incorporados. El otro grupo está en contra
de las rejas, que a su vez se divide en dos subgrupos: el primero, es el
formado por los vándalos. Y lo digo porque, irónicamente, en el monumento
a Mendoza en el Parque Lezama vi escrito con un graffiti rojo “No a las
rejas”.
Obviamente, el hecho de tener rejas, cámaras y vigilancia dificulta a este tipo
de lacras el romper o escribir estatuas. Es una suerte, porque muchas
esculturas y placas de bronce son arrancadas de plazas y paredes para ser
llevadas a una fundidora, o bien, vendidas en el mercado negro, aunque su valor
no sea trascendental como muchos creen. El otro grupo que está en contra lo ve más por el
motivo estético. Según ellos, no queda bien que un turista vaya a ver un lugar,
una plaza, un edificio antiguo y que esté todo enrejado, con candados y demás. Pero bueno, vean ustedes
mismos, algunos monumentos y estatuas que han sido afectadas por el vandalismo:
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El Pensador, Plaza de los Dos Congresos |
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Monumento a Pedro de Mendoza, Parque Lezama |
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Monumento a la cordialidad argentino-uruguaya, Parque Lezama |
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Alvarez y Borges, esquina Uruguay y Corrientes |
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Rómulo y Remo (quienes no están), Parque Lezama |
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Monumento al perro (Salta), antes y después
Mi opinión es un tanto compleja, porque
combina un poco de los dos. En parte, me encantaría que saquen todas las rejas de
todas las plazas y monumentos; la estética del lugar cambia muchísimo, y lo hace
un tanto más atractivo. “Queda más lindo”. En lugar de cemento donde fijar los
cercos, podría haber canteros con plantas y flores, lo cual reanimaría más la imagen…
Pero
por otro lado, quiero que las rejas se queden. Por desgracia (o por suerte,
depende desde dónde se lo vea) no todos piensan como yo, y por eso pasa lo que
pasa; arrancan partes, las escrachan con aerosoles, los rompen, los pintan, les
fijan carteles, los ensucian… Se arruinan figuras, a lo largo y ancho de la
ciudad (de
la provincia, el país… En fin, entendieron) por la mentalidad mediocre de algunos
inadaptados que no tienen respeto por el patrimonio ajeno.
En fin, dije todo lo que tenía que decir,
ahora, el que quiera, es libre de decirme qué piensa con respecto a esto. Que
tengan todos, un lindo fin de semana.
*Más adelante haré una entrada con
respecto a este tema, ya que no todos los graffitis son iguales. Unos, son
arte; otros, mamarrachos.
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La verdad que me dan ganas de llorar este tema. No exagero. Tantas obras de arte arruinadas por unos pelotudos que flashean ser artistas. Yo estoy de acuerdo en sacar las rejas, pero al ver como escrachan un monumento histórico no sabes que pensar...
ResponderEliminarEs triste la situación. Tanto por la ignorancia de las personas, como la ignorancia por parte del Gobierno que no toma cartas sobre el asunto. Debo decir que este es uno de mis blogs preferidos, por la escritura, los temas variados y la opinión propia (La cuál suelo compartir).
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