Para ver las entradas anteriores, fijate
acá abajo (se abren en nuevas ventanas):
Entretenimiento humano
Sufrimiento animal (parte I)
Nunca hice esta aclaración (mal de
mi parte, perdón) y me parece que esta vez sí va a ser necesaria. Esta entrada
incluye fotos que pueden afectar la sensibilidad de algunas personas. Seguir
leyendo o no queda en vos, pero yo te avisé.
Desde
hace mucho tiempo, los seres humanos fueron encontrando formas de divertirse.
Solos, de a pocos, de a muchos…
Y no tardaron en encontrar este tipo de divertimento también con animales. Un
ejemplo de entretenimiento en una época remota, son las luchas que se llevaban
a cabo en el Coliseo Romano. En ellas, los animales (rinocerontes, leones,
guepardos, cocodrilos, entre otros) peleaban entre ellos o mataban prisioneros;
estos espectáculos eran presenciados por el emperador y diferentes sectores de
la sociedad. Pero no estoy acá para dar clases de historia, sino para hablar de
estos “entretenimientos” en nuestros tiempos. Debido a que la entrada se me hacía
excesivamente extensa, decidí dividirla en dos partes. Ésta es la primera
Caza de focas. Actualmente, este “deporte” se lleva a cabo en zonas donde habita la
foca arpa (Alaska, Canadá, Noruega). Si bien muchos defienden esta actividad
para “regular la población de la especie, asegurar la pesca y promover el
comercio”, muchos lo consideran una diversión, un deporte más (que voy a
separar de la “caza convencional”). Tanto es así, que algunas empresas noruegas
de turismo venden paquetes vacacionales que incluyen (a modo de paseo, o
excursión) la práctica de esta actividad, la instrucción por parte de
“expertos” y un día o dos matando focas adultas, y ocasionalmente, crías de
ellas. El principal motivo de esto, es la piel y la grasa, porque la carne no
se come. La piel de foca es un excelente aislante térmico y es usado para hacer
abrigos, gorros, cinturones y botas. Pese a que hay otros materiales más
baratos y ecológicos, muchas personas insisten en que los productos hechos con
pieles son mejores. Desde siempre, se sabe que la industria peletera es un
negocio cruel, y que implica sufrimiento, pero el nivel de éste puede variar de
una especie a otra, y también, puede definir su rumbo en el planeta:
extinguirse o no. En primer lugar, el elemento más usado para matar a las focas
es el “hakapik” (similar al pico usado por los mineros), el cual se clava
reiteradas veces en el cuerpo del animal, provocando dolor, mutilaciones y
hemorragias. Segundo, la piel se les es arrancada cuando todavía están vivas, y
así padecen hasta que terminan de desangrarse, o mueren de frío. Tercero, y lo
que probablemente sea más grave, es que el 90% de las veces, las elegidas para
la práctica de este deporte son las focas bebés (alrededor de los 3 meses de
edad), porque aseguran “que es más fácil y divertido matarlas” o bien que “su
piel es mejor para hacer abrigos, por consecuente, es más cara y genera más
ganancias”. No es por el tema de que son cachorros, lo cual puede presentar un
nivel de crueldad mayor, sino que, estos ejemplares ni siquiera alcanzan la
madurez sexual al momento de ser cazadas, por ende, nunca llegan a tener crías.
Esto provoca que la población de la especie descienda bruscamente y sea llevada
a la vía de la extinción. Para terminar con este tema, les dejo la declaración
de un señor llamado John Efford(ministro de Pesca y Agricultura de Terranova y
Labrador) alrededor del año 2O11, y los dejo para que saquen sus conclusiones:
"quisiera ver a estos seis millones de focas muertas y vendidas,
destruidas o quemadas. No me interesa lo que les pase. Cuantas más focas
mueran, más feliz voy a ser".
Corridas de toros. Siendo considerado como un ícono y una tradición en su España natal, y
practicado en otros tantos países del mundo, es uno de los “deportes” crueles
más populares, difundidos y concurridos del mundo. Una vez me acuerdo que le
pregunté, a dos personas que asistieron a uno de estos eventos (hace más de 3O,
4O años, cuando muchas cosas no se sabían, ni había internet) y coincidieron en
lo mismo: “Fue innecesario. Horrible, cruel, frío. Mucha sangre, mucha maldad.
No volvería ni loco”. Capaz antes se acostumbraba más a ir, como que era el
mayor atractivo. Pero ahora, con toda esta cuestión de los derechos de los
animales, no está bien visto, y fue prohibido en varias ciudades del mundo. La
tortura en este “juego” para el animal no empieza al ser enloquecido por una
multitud sedienta de sangre, ni al ser pinchado por un infeliz vestido como un
payaso, empieza antes, bastantes días antes. Primero y principal, al toro le
liman los cuernos, lo cual representa un terrible dolor para el animal por la
cantidad de terminaciones nerviosas que allí tiene. Además, lo matan de hambre.
Lo tienen encerrado en un predio, la mayoría de las veces atado. Otras tantas,
la noche antes de la corrida, se lleva a cabo una especie de “ritual”, donde
grupos de jóvenes (y no tan jóvenes) lo escupen, patean, golpean y hacen
cualquier tipo de maltratos. Esta diversión es muchas veces filmada y subida a
la red. En una ocasión pude ver, cómo a un toro le ataban dos antorchas en
sendos cuernos, y le tiraban de la cola, y lo enloquecían mientras que el
animal, aterrado, intentaba con todas sus fuerzas sacarse las antorchas. Una
vez en la arena, el toro es aturdido, pinchado y sufre de hemorragias
constantes. Cuando se lo ve muy débil, llega el matador y ensartándole una
espada de un metro en el lomo, atravesándole corazón y pulmones, y agoniza
ahogado en sangre, hasta que muere. En señal de victoria, el torero se lleva
como trofeo la cola y las orejas del toro, antes de que su cadáver sea
arrastrado fuera de la arena. A pesar de ser el animal más castigado (el cual
termina sí o sí muerto), no es el único metido en este divertimento malsano. Hay
otro tipo de corridas donde el torero o el picador van montados a caballo. Un
sinnúmero de éstos han muerto a causa de las cornadas.
Circos con animales. Si bien es una costumbre que va desapareciendo a comparación del
siglo pasado, este tipo de diversión sigue existiendo, y los animales siguen
padeciendo maltratos. Aunque los entrenadores, dueños, representantes y
trabajadores de los circos digan que los animales viven en condiciones dignas,
que no reciben maltratos y que por cada acto que hacen tienen una recompensa,
no siempre es tan así como parece. Para entrenarlos, usan crueles métodos, y
bastante dolorosos. Palos, choques eléctricos, cadenas, pinches, ganchos,
fuego, látigos y muchas más maneras, ¿para qué? Para incentivar al animal a
hacer trucos, como saltar a través de un aro en llamas, levantarse en sus patas
traseras, , hacer que “bailen”, tirarse al vacío y caer en una red o una pileta… Este tipo de actividades son
totalmente antinaturales para los animales tanto para los salvajes como para
los domésticos, ya que ambos son usados en estos circos: elefantes, osos,
leones, caballos, tigres, perros, monos, ovejas, jirafas, etc. Además de los
maltratos físicos a la hora de “entrenar”, también son maltratados en otros
sentidos. Un circo está activo entre ocho y diez meses de doce que tiene el año,
por consecuente, están permanentemente viajando. Los animales están en jaulas
pequeñas, con movilidad reducida, no pudiendo así moverse y distenderse, sin
estar en contacto con los suyos, por lo que no pueden establecer relaciones
sociales (como los elefantes o los leones, viven en grandes grupos en lo
salvaje y sufren la soledad). El alimento que les es proporcionado no alcanza
para todo lo que comen en un día. Las condiciones de cautividad son
deplorables, por la suciedad y la poca higiene, sufren estrés y terribles
enfermedades, se debilitan, padecen y mueren. Una vida en un circo representa
toda una vida de padecimiento; no pueden actuar como animales normales. Muchos
contraen una enfermedad mental en la cual desarrollan comportamientos
repetitivos, obsesivos y anormales. A esta enfermedad se la denomina “zoocosis”
y presentan síntomas como morder o lamer los barrotes/puerta/paredes de la
jaula; automutilarse mordiéndose la cola, las patas o golpeándose la cabeza, coprofilia;
agresividad y deambular o mecerse incesantemente. A este punto, uno no sabe qué
es más triste: que estas cosas pasen o que los nenes chiquitos, quienes se ven
más atraídos por este tipo de circos, asistan sin saber toda la frialdad y
crueldad que hay detrás.
[Continuará]