Esta
idea se me ocurrió plasmarla sobre mi cuaderno después del recital de Maiden,
allá por abril del 2011. No lo hice hasta
hace un par de meses, que terminé el borrador para pasarlo en limpio en mi blog
no-virtual (y ahora en la pc). Aún así (y después de
otros 4 recitales) necesitaba argumentos en contra del otro aspecto, el cheboli... Fue para el cumpleaños de
una amiga, la primera (y única) vez que pisaría un boliche, y realmente es peor
de lo que yo pensaba; pajeros a morir, “música” basura aturdidora, olor a
cigarrillo que tumba y ebrios molestos. Aunque, ahora puedo decir que mis
fundamentos están mejor respaldados después de lo vivido esa noche, digo que no
me gustaría repetir la experiencia. En fin, sé que viniendo de una persona como
yo, que repudia este tipo de eventos (más cuando se trata de cosas con nombres
como “Wachifest”, “Culifest”,
“Turritahhrrepeolafest”, “Laconchadetuabuelarimaconfest), las razones serían,
por sobre todas las cosas, un poco “bastante” obvias, pero después de pensar un
poco y formularlas más de una manera concreta, me saló explicar algo así como “las
razones detrás de las razones”, así que bueno, empecemos:
1. Violencia y… ¿Buena onda?:
¿Cuántas veces nos enteramos (por medio de redes
sociales, noticieros o cualquier otro medio) que los pibes se cagan a trompadas
a la salida de los boliches? ¿O que se escucha, de boca en boca “salir a bailar es cada vez más peligroso”? Por
quilombos que empiezan en la entrada, o adentro, y detonan a la salida… Por
mirar a la puta de alguno, cruzar miradas “agresivas”, empujarse, volcarse la
bebida, o mismo hasta los patovicas, son los que provocan muertes, siendo ellos
los que supuestamente deben cuidar que estas cosas pasen… Es por eso que son
muchísimas las veces que terminan con la cabeza rota, apuñalados o golpeados
por un negrito pendenciero o un patovica que abusa de su “poder”. Les doy un
claro ejemplo; se volvió a abrir un boliche en Moreno, al que llamaron Believe.
En ese lugar, un chico murió porque le abrieron la
cabeza con una botella. Es por eso que, conozco gente que no quiere ir.
Divino, ¿no? O mismo, el martes 19 de junio a la noche, o madrugada del 20,
como prefieras, mataron a un chico (de Ciudad Jardín) de un puntazo por una
campera, en la puerta del boliche a donde iba a bailar mi hermano. Y ahora
veamos, en un recital ¿qué tan seguido ves estas cosas? O en caso de pasar, ¿se difunde tanto en los medios o se lo rotula como
“tragedia” que dos gorilas jevis se tiren de las barbas? Entiendo que la
gente que lo mira de afuera insiste con que los recitales son peligrosos y
blablablá, pero no es como lo pintan. No es sólo porque yo lo diga (asistí a
pocos en mi vida), sino por todos los que frecuentan este tipo de eventos: te
vas de ahí habiendo conocido gente nueva, hablado con extraños, y hasta te
encontrás a “conocidos virtuales” (me pasó más de una vez; uno de ellos es hoy
mi novio).
2. Música y artistas:
Definitivamente, no es lo mismo percibir y que en tu
piel aflore esa hermosa sensación de euforia y emoción que sentís viendo esos
artistas de primera, moviendo y haciendo cantar a una multitud… Que estar en un
boliche escuchando remixes pobres (cuyos autores son, la mayoría de las veces,
desconocidos) interpretadas por artistuchos de
cuarta con nombres como: el polaco, el dipy, las culisueltas, NENE MALO,
los pijicortis (entre tantos otros payasos que se hacen llamar artistas), que
durante el día se dedican a drogarse, limpiar vidrios en Mosconi y Nazca o ver
qué canciones pueden robar y remixar. Sus sonidos grotescos, sus “letras” sin
sentido y el patético mensaje que le dejan a la juventud (que tristemente lo aceptan y lo incorporan como si fuera algo bueno),
aparte de entorpecer sus pensamientos y pudrir cerebros, en ocasiones pueden
elevar a la enésima potencia la idiotez y/o el apetito sexual de aquellos que
los escuchan… Pongámoslo así, en un caso hipotético (y cursi); dentro de muchos
años, cuando no sea más que una vieja abuela, voy a poder decirle a mi nieto “sabés… En mis años de juventud tuve la suerte de poder
ver a la mejor banda de heavy metal del mundo, haciendo vibrar más de 35.000
almas…”, mientras otros van a decirle “sí querido… Fui a ver a el polaco
cuando copó cool site”. Encontrá la diferencia.
3. Los que te rodean:
Más allá de que al boliche vayas con tus amigos/as,
obligadamente estás en relación con quienes te rodean, sea en la pista, en el
baño, en la barra… Es imposible mantenerte
indiferente de las personas que tenés al lado; que te pueden caer bien, que te
pueden caer mal, que te miran, comentan sobre vos, se ríen, se burlan… Porque
se trata de ser la que está mejor vestida, el más chamuyero, la más trola, el
que más toma, la que mejor “baila”, el que más toma sin quebrar y demás cosas estúpidas
en las que intentan superarse y ser los mejores, porque tenés tiempo de mirar a
los demás y tratar de ser más que ellos. Wachiturros
y rochas, encabezando el nivel de concurrencia. En cambio, quienes
alguna vez asistimos a un recital, nadie va para demostrar nada: ni saber más
canciones de memoria, quién tiene la mejor ropa, quién es más fan o más “trve”,
quién aguanta mejor el pogo y demás cuestiones. Estás
con gente que siente tu misma pasión, te sentís con los tuyos… Como hablé
en el primer punto, en cada recital al que fui, conocí gente copadísima, buena
onda, que poco les importa como te ves o si sos un “groso”; es gente con la que
compartís un momento grato, una hermandad en la que compartís un gusto, una
pasión… En definitiva, estás para pasarla bien con los que son como vos, con
los tuyos.
4. Amontonamiento de gente:
Siempre donde más gente se junta, a donde más chicos
van es a los mejores lugares, esas cuevas con nombres raros que se ponen de
moda, donde “más se ponen”, donde venden
escabio más barato, o por las razones que sea, y el sinónimo de que el lugar
sea concurrido porque está bueno, es el amontonamiento de gente, lo que
indefectiblemente deriva en empujones, pisadas, manotazos, manoseos… Te apoyo,
te toco, te aprieto, tanteo, siendo así cuando los pajeros
aprovechan y las putitas se lucen. En el “tira
y afloja” de buscar un buen lugar para vos y tu grupito, en el tumulto de gente
es inevitable mandar o sentir esa mano fugaz (si sos hombre usarás otros
artefactos) que muchos gozan y otros detestamos. Ahora bien, están los
zanguangos (partidarios del boliche) que dicen “cuando
vas a un recital es lo mismo”. Lo siento mi querido Watson, pero estás parcialmente equivocado. Si bien estar en un campo
es un amontonamiento de gente, no se compara pero ni a palos con lo que es un
boliche. En primera, porque si no te gustan los amontonamientos de gente, tenés
la opción de ir a platea, preferencial, palco, platea preferencial o sea cual
sea esa ubicación exceptuando el campo. En segunda, aunque el hecho de empujar,
saltar, implique el choque de cuerpos, nadie repara en manosear a la otra
persona, nadie se concentra en eso. Si bien puede pasar (y pasa) que alguna que
otra mano disfrazada de perversión toque donde no debía tocar, nadie desvía la
atención de lo que pasa arriba del escenario, y cualquiera puede entender que
fue un accidente. Tal es el caso de lo me que pasó
el año pasado en Megadeth: cuando el colorado se paró adelante mío y tiró
las púas, quedé abajo de la marejada de gente que se desesperaba por agarrar alguna.
Conclusión: me quedó el corpiño de moño, y no llegué a agarrar nada.
5. Canciones:
Bueno, está bien, digamos que aquel que asiste a un
boliche está ¿cuánto? ¿Cuatro, cinco horas? Escuchando la misma música monótona, el mismo ruido repetitivo, con o sin
voces, remixes pobres y aburridos (sea regguetón o cumbia, ni te cuento
si es electro). Siempre lo mismo. Las mismas bases, las mismas voces, las
mismas “letras” asquerosas y sexistas. Y bueno, contando lo que sería la música
electrónica, me rajo un tiro en los oídos, ya que es todo insoportablemente
igual. En cuanto a los recitales, hay diferencias
de duración. Puede ser mucho, como puede ser poco, pero siempre, por un
motivo u otro, sea por los teloneros, por retrasos de la banda o por regalos
como el que Mustaine nos hizo el 13 de septiembre. Todo
depende, como Paul McCartney, que hizo dos recitales consecutivos de más
o menos tres horas; aparte jamás, JAMÁS, se
repite una canción; es un listado de canciones diferentes, con diferentes
letras, significados, ritmos, más rápidas, más lentas. Así, no es la misma
respuesta la que da un público escuchando All My Loving,
que un público escuchando Comfortably Numb,
que un público escuchando Wasted Time que Symphony of Destruction… Además, muchas veces son
las que el cantante hace cantar al público, apuntando el micrófono, alentando;
acá en Argentina hablan en español, saludan a la ciudad donde están tocando, y
así sucesivamente.
Para finalizar:
Se habrán dado cuenta que obvié el tema de las edades, ya que todos saben que los boliches tienen
un límite de edad (que pocas veces se respeta, pero que el límite está, está). Verán,
hay recitales como The, Rolling Stones, AC/DC,
Aerosmith y Kiss entre otros, que son para todos; música que pasa de
generación en generación (no de moda, ya que esta música no es moda) y que
todavía es posible escucharla en vivo (no siendo el caso de Led Zeppelin, The Doors o Jimi Hendrix, por
ejemplo), es por eso que en este tipo de eventos es común ver familias enteras;
padres con hijos, tíos, abuelos, hermanos y demás casos similares. En Roger Waters vi gente que iba con cochecitos de bebé,
y en Iron Maiden estuve al lado de una pulguita
de unos 4 años que cantó todas las canciones, acompañado por sus padres
obviamente.
Tengan en cuenta que este es MÍ
punto de vista, pueden estar los que piensan lo mismo y los partidarios de
boliches, jodas locas y la música monótona, que van a refutar cada caracter de
esta entrada, justificando que el recital es más caro, que no pasa siempre, que
no podés ir a un recital todos los fines de semana… No lo estoy negando, puede
que estos subnormales tengan razón pero… Ver una banda, vale muchísimo más la
pena que ir a mover el culo a un tugurio de dos por dos. Saludos cordiales.
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Linkin Park. Velez. 2010. |
Iron Maiden. Velez. 2011. |
Aerosmith. Estadio Único. 2011. |
Megadeth. Microestadio Malvinas. 2011. |
Roger Waters. River. 2012. |
Megadeth. Microestadio Malvinas. 2012. |
FUAA !! Al fin ! Esperaba ésta entrada desde que la anunciaste en algun escrito anterior.. Comparto, comparto y re mil comparto cada punto de lo que escribís (: . Le pusiste palabras a mis pensares! Saludos Ro! Se fué al carajo este texto me gustó mucho .
ResponderEliminarFacilmente una de las cosas mas inteligentes que haya leído en internet en mucho tiempo. Concuerdo completamente con cada punto de vista, me siento igual que vos en muchos casos. Tambien muy buena redaccion. Un beso!
ResponderEliminarTristemente, las personas que prefieren ir a los boliches no habran podido llegar a experimentar la magia de asistir a un concierto: El día de euforia cuando conoces la fecha y demás detalles, el nerviosismo de tener que estar ante una gran fila para comprar la entrada y decir 'mierda, se van a acabar' pero luego las conseguis :D . El viaje al lugar donde se celebrara una fiesta inolvidable, cuando vas diciendo 'que van a cantar? viejas o nuevas?', 'el pogo que se va a armar!' y el momento de alegria cuando alguien entra al colectivo/tren que va a asistir al mismo concierto. Finalmente la llegada, con gente de distintos lugares, diferentes personalidades, y poder adquisitivo;pero que se unieron para alentar y disfrutar junto a la banda unas horas llenas de transpiración y gritos que simulan cantar.
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