Rocío en el maravilloso mundo del Metal. Capítulo 3

Metallica

Seguimos ubicados en el año 2006, que fue cuando por un milagro del Señor y la Virgen con todos los Santos (ok no) o simplemente porque el destino lo había querido, me estaba metiendo en esto y me estaba volando la cabeza. Francamente, y como siempre digo cuando me preguntan “cómo hiciste para escuchar esta música”, les digo que fue un accidente. Sí, fue el mejor accidente que pudo haberme pasado, porque no tenía planeado meterme en el metal, ya que mis gustos musicales rondaban muy lejos de ahí (para más información acerca de este punto, hacer click aquí).

Como bien comenté antes, con mi hermano compartíamos una sola compu para ese entonces, y como teníamos una sola biblioteca musical (gracias al Ares), eran mil y pico de canciones diferentes, bajadas por mí y por él. Fue ahí cuando se me ocurrió curiosear esas bandas “raras” que, evidentemente había bajado mi hermano (yo las desconocía), Korn y System entre ellas. Entonces fue cuando la vi: una banda que, más que nada, a primera vista me llamó la atención y me pareció atractiva por su nombre y por los de tres temas (los primeros que recuerdo haber escuchado de esa banda) que, como me enteré años más tarde, correspondían a épocas diferentes, y aún así sin saberlo, los tres me fascinaban. Claramente estoy haciendo alusión a esa gran banda que no tardó en convertirse en mi favorita: Metallica, y sus primeros tres temas deleitados por mis oídos fueron: Seek and Destroy, Enter Sandman y Whiskey in the Jar. Al principio no lo podía creer, me estaba enamorando de esa música ruidosa que le gustaba a los raritos [al margen de que me gustaba la imagen del metalhead estándar, igualmente de pequeña fui un tanto prejuiciosa], pero era cierto. Tanto fue que me gustaron esos temas, que empecé a buscar más, llevándome así a St. Anger (la canción… Más tarde al disco que, a pesar de la batería hecha de cacerolas de Lars, en mi humilde opinión no está tan mal como todos dicen, y me la sudan los que sientan deseos de criticarme por eso) y The Unforgiven II (siendo el video de esta canción el primero que vi de la banda). De ahí en más seguí con mi búsqueda; leí, vi, escuché, investigué… Desde ahí y en los años siguientes (principalmente del 2008 en adelante) fue que mi interés por la banda fue más allá de la música, pasando por sus integrantes (como el amor que le tomé a Hetfield); cómo su historia y su conflictiva pelea con Mustaine le dio vida a Megadeth (cosa que estoy corroborando gracias al libro del colorado), banda que en inicio, créase o no, no me gustaba; la admiración por Newsted que me llevó a imitar su corte; cómo el vuelco del micro en Suecia terminó trágicamente con un bajista en potencia como lo era Cliff Burton; su discografía; sus videos; sus “cambios de época” y look, entre otros. En fin, fue así como me enamoré profundamente del metal (y de Hetfield, por qué no) y fue cuando marqué en mi conciencia el “acá me inicio…” y todos saben como terminó. O mejor dicho, como sigo con mis historia día a día… Es por esto que la adopté como mi favorita, a la que le agradezco justamente, haberme introducido en este magnífico mundo tan variado en estilos como en idiomas.

Si bien Metallica fue (dentro de todo) la primera, no fue la única; una tarde recuerdo haber pasado por la pc cuando mi hermano estaba escuchando música, y le pregunté qué era eso que estaba escuchando, y fue cuando me dijo “tanto que te hacés la metalera, esto tendría que gustarte”. Efectivamente, jamás dije que no me gustasen, sino que quería saber qué era… Y bueno, así fue como llegué a Manowar con “Warriors of the World United”, y casi de la misma manera es como llegué a Nightwish con “Bless the Child”. Bien, esta música en mi vida era nueva, me gustaba, y definitivamente me cambió… Entonces elegí que este cambio iba a ser permanente.