Bariloche. Una
palabra tan simple, tan chiquita, que puede albergar tantos significados… Dependiendo
desde donde lo veas, podés considerarlo de alguna u otra forma. Algunos lo
toman como una linda ciudad, con un paisaje sin igual, otros como el lugar
donde practican su deporte favorito en época invernal. Otros tantos lo
consideran como el lugar de la joda, del sexo y el alcohol, algunos dirán que
les parece un lugar como muchos en el mundo, mientras que para muchos otros no
tiene significado alguno...
Hasta hace unos días yo lo veía
como “la ciudad de los egresados”, sin quitar obviamente, que es una ciudad
hermosa donde me encantaría vivir, porque a pesar de estar invadida de
estudiantes con camperas de diversas compañías y brasileros a mansalva, no
quita que sea un excelente destino. Volviendo al tema egresados, tengo que
aclarar que cambié totalmente mi parece, porque me di cuenta que significa algo
mucho más que eso, significa más que “viaje de egresados”. Y menos mal que pude
cambiar de opinión, ¿saben por qué? Porque yo originalmente no iba a viajar.
Iba a hacer la gran “no me dan ganas de ir, no estoy emocionada, tengo otras cosas
en las cuales poder gastar semejante cantidad de plata”. Agradezco a mi vieja
por haber empezado a pagar antes de confirmarle si quería ir o no. Aunque, siéndoles
sincera, yo no estaba emocionada. No estaba ansiosa por viajar… Y les digo, el
día anterior a volverme, mientras hacía la valija, decía “yo no me
quiero ir”. Mierda, cómo pueden cambiar las cosas en tan poco tiempo, ¿no?
Empezando por donde generalmente
se empieza, el principio, la emoción recién me agarró al momento de llegar a la
puerta de mi ex colegio (dado que no viajé con mis actuales compañeros de
curso), donde el micro nos esperaba. Ver llegar a mis amigos con sus padres,
cargados de bolsos y valijas, todos exaltados, felices y emocionados. Cargamos
el micro con el equipaje, foto va, foto viene, la bandera, el boarding pass, pum,
nos subimos. Mientras éste arrancaba, pintó algún que otro lagrimón de padres,
tíos, abuelos, primos, y demás personas que fueron a despedirnos… Nosotros no. Nosotros
estábamos más que felices de lo que estábamos viviendo. Más de uno no caía, más
de uno no podía creerlo… ESTÁBAMOS EN EL MICRO QUE NOS LLEVARÍA A BARILOCHE. Ese fue
el comienzo de una semana que, sin dudas, va a quedar entre los mejores
recuerdos de mi vida.
El viaje de ida se me hizo larguísimo,
pero eso no quiere decir que se tornó aburrido. Más bien todo lo contrario. Música
a todo lo que da, ir saltando de asiento en asiento, comida por montón
(entendemos por comida: caramelos, chupetines, galletitas, papas fritas,
chocolate… En fin, creo que se entendió), risas, buen humor y la onda que le
ponía Nacho, el coordinador. Ahora, abro paréntesis acá, y tengo que contarles
algo sobre los coordinadores. No sobre los que tuvimos nosotros (tuvimos, sí,
Dani se agregó después), ni sobre los que estaban con los otros grupos de
nuestro hotel (Chavo, Cachete, Lechu, la peti), sino sobre los coordinadores en
general. Desde que se empezó a hablar sobre el viaje de egresados, todo el
mundo me dijo lo mismo, y es algo que escuché decir varias veces: los
coordinadores se creen que son lo más, se creen bananas, son unos idiotas,
joden a los pibes, los cagan, bla, bla, bla. No sé si será igual con todos,
pero como existe siempre una excepción a la regla, puedo decir que esa excepción
son Nacho y Dani. Qué suerte loco. Qué suerte y qué orgullo me da decir que esa
teoría está errada con los coordinadores que nos tocaron a nosotros. Son una
masa, y apuesto que el viaje no hubiera sido igual sin ustedes. Disculpen que
me haya ido por las ramas (los agradecimientos vienen a lo último), pero era
algo que tenía que aclarar. Y para terminar con el tema coordinador, les dejo
un chiste que Nacho nos contó unas doscientas millones de veces (y un poco más)
en todo lo que fue Bariloche:
-Doctor, doctor, cuando escucho hablar de comida de excito.
- ¿Y le pasa muy a menudo?
- Ayy menudo, menudo…
SÍ, MALÍSIMO.
Pero nos
reímos cada puta vez que lo contó.
Siguiendo con lo que fue el viaje,
dormimos poco, nos reímos mucho y todos estábamos igual de ansiosos. Sí, a este
punto me incluyo yo también, porque quería llegar YA. Ni les explico cuando
abrimos las cortinas del micro, las primeras horas de la mañana del domingo, y allá,
a la distancia se veía la ciudad. Acto seguido, Nacho nos dijo “Bienvenidos a
la ciudad de Bariloche”. Asdashjfbgsdhsd. A pesar de las pocas horas de descanso
y la fiaca, todos gritamos, chiflamos y festejamos por lo cerca que estábamos
de vivir nuestro sueño. O por lo menos, uno de nuestros mayores sueños. Ni les
cuento lo que fue llegar… Bajamos del micro, con un frío que te congelaba hasta
el pelo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, subimos la media cuadra hasta la
entrada del hotel (sí, encima eso. Fue media cuadra, pero en subida). Y bueno,
así llegamos. Interlaken hotel. La paja fue esperar a que terminen de limpiar
las habitaciones. Esperamos en el hall con todo a cuestas, cansados, contentos,
cargados y esperando por lo que vendría esa noche. Una vez que tuvimos
asignadas nuestras habitaciones (5O3), salimos con la bandera, nos sacamos un
par de fotos y después nos preparamos para lo que vendría después. La fiesta de
bienvenida en Puerto Rock, y después la noche argentina en Rocket. La primera,
de las excelentes noches que tuvimos.
Bueno, no puedo contarles TODO lo
que hice esa semana porque no me alcanzarían 1O entradas en blogger, 539 tweets
ni 35 notas de facebook para entrar en cada detalle, y expresar con todo el
sentimiento la intensidad con la que viví esa semana. Con sólo recordarlo, se
me llenan de lágrimas los ojos. Y les digo, mientras escribo esto, después de
haber puesto el video y de haber llorado con la parte del Cerro Catedral,
mientras estoy sentada en mi cocina tomando mate, cierro los ojos y pienso en
lo lindo que fue el viaje, y en lo bien que la pasé. Ahora por ejemplo (siendo
las siete y media pasadas), vendría Nacho por las habitaciones para avisarnos
que bajemos a cenar, después nos diría la hora que vamos al boliche…
No sé loco, no tengo palabras, no
me alcanza, pero más o menos les voy diciendo, que estuvimos en la nieve, en el
barrio, boludeando por la ciudad, por las distintas excursiones. Además, que a
todo, pero a absolutamente todo, le MANDAMOS TOYO. Que por
estos días, fuimos todos ZORRRRRRRRRRRRAS, porque SORRY QUE TE EXCUSE ME. Ni
hablemos de los cantitos “Caseros Alas Belgrano” o “Somos del barrio de CJ”. A pesar
de los bajones o los malos humores que pasaron transitoriamente por algunos de
nosotros (me incluyo), fue un viaje de puta madre y gocé y disfruté de
absolutamente todo. Y no sólo con mis compañeros de curso, sino también con los
coordinadores, los padres acompañantes que estuvieron ahí haciéndonos el
aguante, y los demás chicos de los otros colegios, ya que tuve el gusto de
conocer a bastantes de ellos. Del colegio San Román, Colegio del Centro,
Sagrado Corazón de Tucumán, los chicos del Mármol con los que casi se arma la
tercera guerra mundial… Aunque también esa tarde en el barro la pasamos genial,
además de encontrarme con chicos de afuera… ¿Qué tan loco es encontrarte a dos
amigas tuyas de Misiones en el boliche más grande de Bariloche? ¿No es raro
sentarte en el hall de tu hotel a hablar con un amigo que conociste en un
recital hace dos años? ¡Ni hablar de las previas! “Hoy sale en la 611” o “Hoy previamos en la
4O7”, sino “Vamos todos a la 5O7”, o la bronca cuando el cana te sacaba la
bebida, ya sea cuando entrabas al hotel o cuando iba pieza por pieza revisando
si había alcohol. Ahí Gabi, nuestra mamá acompañante nos decía, nos avisaba,
que tengamos cuidado, que andaba el policía revisando las habitaciones. Loco,
¿dónde encontrás una madre así de copada? EN NINGÚN LADO. También Adrián, el papá que nos acompañaba. Se bancó
todo el quilombo de nuestro piso, los gritos, los golpes en la puerta del
ascensor, los cantitos, los pibes que salían corriendo en calzones por los
pasillos. Dos genios. Pero bueno, como dije arriba, los agradecimientos a lo último.
No me arrepiento, pero ni un
poquito, haberme ido con mis antiguos compañeros. Eso se los dije, y lo repetí
unas cuantas veces. Eso se vio reflejado más que nada en la noche de las velas.
Cuando el pelado empezó a hablar de los amigos, de los viejos, de la infancia
de cada uno… Ahí fue como dicen en las películas cuando te morís; empezaron a
pasarme recuerdos y recuerdos por la cabeza. Lo que hacía en los recreos de la
primaria, cuando iba a la casa de ellos, las boludeces que mirábamos o cantábamos,
mantener vivas en el recuerdo a personas que ya no están (porque a veces la
vida es demasiado injusta), amigos que no fueron… Esa noche fue toda una mezcla
de emociones y recuerdos, para luego, pasar a ser uno de los recuerdos más
hermosos que me traigo en el corazón, para no olvidar nunca loco, porque cosas
así se llevan en el alma para siempre, por más que pasen los años, son cosas
que quedan.
Sé que probablemente me quedo
corta, porque no llegué a explayar todo lo que sentí, todos los momentos
vividos, todos los sentimientos, todas las locuras, las noches descontroladas…
Lo dije antes, y lo repito ahora. Por más que no llegue con las palabras, o que
no tengamos todos los momentos filmados, todas las canciones grabadas, o que no
tengamos tantas fotos de todo lo que nos gustaría, los mejores recuerdos van a
quedar en el corazón. Y sí, terminamos todos enfermos, doloridos, cansados, con
tos, mocos, dolores musculares, moretones en lugares del cuerpo que no conocíamos,
pero te apuesto que todos queremos repetir el viaje, aunque sepa que va a
terminar así otra vez. Les cuento, yo estoy con la nariz tapada, tos y ya me estoy
drogando con jarabes y antibióticos, además de tener un dolor de espalda que no
me lo saca nadie, PERO NO ME IMPORTA PORQUE YO LE MANDO TOYO.
En fin,
ahora llegó el momento de los AGRADECIMIENTOS:
Para los padres acompañantes: Gabi,
Adrián. Esta semanita, los 36 de nosotros fuimos en parte sus hijos. Ustedes
nos cuidaron, nos ayudaron, nos aconsejaron, estuvieron con nosotros. Les digo
que tienen mucho aguante, por animarse a hacer ski, por bancarse nuestros
gritos de locos, ayudarnos en cuando al tema del alcohol, y por sobre todas las
cosas, por venir. No todos los padres hacen eso. Les digo que en mi caso, mis
viejos no iban ni locos, no se lo hubieran bancado… A veces no me bancan a mí y
a mis hermanos (somos 3) no creo que se hubieran bancado a otros 35 como yo. Aparte,
dejar el trabajo, dejar la casa, la familia… a veces cuesta, y no para todos es
así de fácil. Por todo eso y mucho más, les agradezco muchísimo lo que hicieron
para que este viaje fuera como fue.
Para los coordinadores: Nacho y
Dani. Simplemente no me alcanzan las palabras para expresarme, para decirles lo
bien que la pasé. Gracias a ustedes por estar con nosotros. Se re portaron
¿saben? A veces los grupos numerosos no son fáciles de controlar, y así, no es
difícil que las cosas salgan mal. Si bien cada uno de nosotros es diferente,
todos tenemos un carácter bastante fuerte, y no siempre se puede lidiar con un
grupo así. A pesar de todas las cosas, a pesar de las cagadas, las peleas (el Mármol
jajaja) los pedos que más de uno se agarró, ustedes no se ortivaron en ningún
momento, siempre nos cuidaron, se coparon, se divirtieron, bailaron con
nosotros. Espero que para ustedes este viaje haya sido tan placentero como lo
fue para el grupo. Gracias por formar parte de este recuerdo tan hermoso. Voy a
extrañar los gritos de Nacho “vamos Alas” golpeando las puertas como loco para
que bajemos a desayunar, o a Dani sacudiendo los colchones para que nos
levantemos.
Para mis compañeros de viaje: Saben
chicos, a pesar de haberme cambiado de colegio, tomé la decisión de irme con
ustedes, y quiero que sepan que no la cambio por nada. Y no fui la única, ya
que Cande, Caro y Tomi también se fueron, pero sin embargo fuimos todos “la
banda de Alas”. A pesar de la distancia que me separó de algunos, me alegra
haberme acercado durante estos días. Con algunos más que otros, pero el grupo éramos
todos, los 36, y sepan que los re quiero, porque la magia de mi viaje la
pusieron ustedes, con sus chistes, su buena onda, sus canciones, las boludeces
que decíamos… Todo, absolutamente todo de este viaje se lo debo a ustedes. Me
hicieron sentir parte del grupo como tanto tiempo atrás. Les agradezco mucho,
porque el valor sentimental de esto, es incomparable a todo lo que yo haya
vivido antes. A pesar de las cosas que nos hicieron sentir mal, a pesar de los
malos humores, todo eso es ÍNFIMO comparado a la alegría que me dieron. Es
inexplicable como me late el corazón en este momento, recordando lo bien que la
pasé. Leo y releo la dedicatoria y les juro que me dan ganas de llorar. Quiero
volver loco, quiero estar en el micro de nuevo. Ustedes fueron la mejor parte
de esto. Todos y cada uno de ustedes, con una mano en el corazón, les aseguro
que hicieron que este viaje sea único, en absolutamente todos los aspectos
desde donde se lo puede ver. Los amo inmensamente.
Así es
como se me hicieron las nueve y media de la noche. Tengo muchas ganas de
llorar, seguramente vuelva a ver los videos y las fotos (y vuelva a llorar
JAJAJAJA), pero ahora, ya casi siendo la hora de la cena, lleno de vino mi copa
y la levanto por ustedes.
¡SÓLO LE PIDO A DIOS, QUE ESTA
BANDA DURE PARA SIEMPRE!